viernes, 23 de mayo de 2014

El cielo estaba para ser tragado a bocanadas y mi espalda se hacía una con la inmóvil desesperanza de quienes tienen demasiado tiempo entre las manos.
La inspiración me encontró con sus ojos de águila hambrienta y me fueron removidos los límites de la contemporaneidad.
Una conmoción similar a la ternura me refrescaron la memoria. Amigas. Sonrisas. Mensajes de todo tipo.

Mi materia puede estar desecha y puede que jamás alcance con mis dedos lo que dicen que es  bello, sin embargo, mi cuerpo es catedral de vientos, de nuevos vientos y augurios y se transcriben en mis células las memorias de todo lo que es conocido por la mente humana, se expande el universo en mis costillas y quedo hermosamente desparramada, felizmente desparramada sobre todos mis antojos y suspiros.

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