Existe todo un bosque reflejado en las pupilas de sus ojos.
Un universo aparte en su desierto soñador.
Infinito, invisible.
Una persona imperfecta, de sangre, piel y pulso.
Una atmósfera compleja, emociones y pensamiento astuto.
Lo admiro cuando mira sin mirar a ningún lado.
Cuando me presta la peca de su pecho.
Cuando sufre y ríe a mi lado.
Somos dos burbujas, volando despavoridas
acercándonos y alejándonos en el paisaje de las realidades distintas.
Y nos encontramos en un beso que nos aprieta las mejillas.
Cuando el mundo se configura amable
entre películas de alienígenas.
Y pertenecemos perfectamente
yo a tu bosque
tu a mis alturas.
Perdiz en medio de la nada
Lluvia de aceitunas.
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