miércoles, 10 de octubre de 2012


La cuidad se mueve sola.
Un movimiento consciente me arrastraría hasta ella y me haría parte de flujo azuloso y vibrante.
Aun puedo defenderme de tales abducciones y sentirme ajena.

Acá arriba mi vida es anacrónica.
No conozco nada de mí y aún así me habito.
Me fumo los cigarros que no me enferman, veo lo que mis ojos después no ven.

Cápsula tranquila, de fondo de océano muerto.

domingo, 7 de octubre de 2012

Son dos ojos grandes, forestales e incendiarios los que me hacen repetir las mismas palabras y silabas, que aturdida atino a decir.
Tardes oscuras y tibias, escondida en la firmeza de tus brazos. Si es así no temo el abismo y los golpes, al vacío que me enfrenta, al es que espanto con tus besos.
De no ser por ti estaría perdida, de no conocer tu voz mis oídos se hubieran atrofiado.
Respiro tranquila.
Exploto en deliciosas notas.
Reitero mis angustias, fantasmas que me rondan siempre, sin los cuales mi vida sería un riesgo.
Y caigo desnuda, herida y confusa. Me retiene tu mano de perderme en la locura, en la desolación de mis días, que por jóvenes que sean no escapan del grito de la humanidad entera, como si hubiera heredado la tristeza más desgarradora de todos quienes me han antecedido.
Desde mi debilidad tan odiada agradezco tu entereza, tus huesos íntegros, tu piel de sol, tu voz que me exorcisa, la felicidad que me envuelve cuando tus pasos marcan mi piso y tus dedos dibujan mi cara, te miro extasiada, no puedo mirarte de otra forma, eres milagro en mi tiempo de cólera, eres poesía en mis tiempos de ausencia.

EAAS