martes, 19 de febrero de 2013

Mi nueva prisión es la locura.
El desencanto.
La palabra usada.
El sentimiento terrible.
Una huérfana.
El repaso antiguo de los antiguos guiones, todos ficticios y nocturnos. Todos antesala del mal sueño en la cabeza torpe, la cabeza llena de sangre.
El tiempo se ha invertido, ya no se agotan los minutos como agua evaporada en el desierto; aumentan ahora, se multiplican como los peces de las historias.
Macabro el calendario que suma días a mi condena.
Y mi prisión se vuelve anciana, los barrotes canos se disuelven. Y como en una pesadilla en donde se quiebran las piernas, no puedo escapar.